Una primera estrella, una última víctima
Dana Vergara (izq.) y otras hijas y nietas de Guillermo, pintando la simbólica estrella (Foto: H. Silva). |
L
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a mañana del 30 de noviembre se
presentaba destemplada y fría, cuando este cronista llegó a la cita, poco antes
de que dieran las diez. Al rato un vehículo aminoraba la marcha, y frenaba:
eran Nora Forquera y Dana Vergara, acompañadas de varios familiares, que se
fueron incrementando con la llegada de los colectivos que provenían de General
Alvear.
Poco después
arribaban varios de los Vecinos de la Comunidad por Cañada Seca, el concejal
Alfredo Morán, y la funcionaria municipal Jaquelina Rebolledo.
La familia que
dejó Guillermo Vergara es muy numerosa: nueve hijos y catorce nietos, algunos
de corta edad, que formaban un conjunto muy agradable a la vista. Gente de
hablar pausado y suave, daban la grata impresión de ser dueños de un bien poco
común en estos días: el don de gentes.
En contraste
con ello, la actitud de Rebolledo dejó mucho que desear. En un tono que podría
calificarse de arrogante e insolente, maltrató primero al vecino Oscar Galdamez
—quien evitó responder por respeto a los Vergara— y luego les “leyó la
cartilla” a los familiares, pronunciando un breve discurso en el que responsabilizaba
a los conductores por los accidentes.
Una actitud a
todas luces fuera de lugar, habida cuenta del terrible estado de la carpeta
asfáltica, de la demora de 42 años en empezar a construir la Rotonda, y de que
el solemne y triste momento que vivía la familia Vergara no era el indicado
para tales aseveraciones.
Una vez
superado el mal momento, la ceremonia comenzó. Uno a uno, los presentes fueron
turnándose en el uso del pincel, pintando entre todos la estrella; luego, se
agregó el nombre de la víctima, su fecha de nacimiento, y la de su deceso.
A continuación
Dana Vergara leyó, mientras rodaban las lágrimas por su rostro adolescente, las
siguientes palabras, en nombre propio y de sus hermanos:
“Estimados
vecinos del Departamento: con profundo respeto y admiración, Verónica, Noelia,
Matías, Jonathan, Brenda, Martín, Danila, Dana e Israel, agradecemos
inmensamente el acto de hoy, para rendirle homenaje a José Guillermo Vergara,
nuestro padre.
“Guillermo...
su nombre significa protector incondicional... estamos convencidos de que éste
es su lugar, protegiendo a las personas que transitan por acá, y movilizándonos
a todos, para que no vuelva a ocurrir jamás un accidente en Tres Esquinas, y
encendiendo una llama de la protección para cuidarnos entre todos.
“Cuentan con
todo nuestro apoyo para seguir con esta lucha, para que se tomen las medidas
necesarias a razón de evitar futuros accidentes en este lugar.
“No hay palabras
suficientes para expresar nuestro profundo agradecimiento, Dios los bendiga”.
A
continuación una nieta de Vergara, Julieta Suárez, leyó este este poema de Israel Macario Moisés Tobal, hijo del motociclista fallecido:
PADRE
Azul
partícula de luz,
fundamental
de tejido cósmico
haciendo
honor a tu celsitud,
hoy
tu nombre protector invoco.
Diminuto
ante el Astro Rey,
pero
gigante ante tus 9,
intenso
ante tu propia ley
fuiste
viento que nos mueve.
Hoy
sos parte de todo,
potenciando
el caudal vital;
con
tus cualidades y tus modos,
hoy
sos ser de luz excepcional.
Ya
sos parte de la tierra,
nuestra
madre excepcional.
Río,
montañas, agua y sierra
Luz
de sol y energía elemental.
Terminada la
emotiva ceremonia con una suelta de globos amarillos y negros, una mujer se
acercó al redactor de este periódico; era Margarita Varas, cuñada de Nora
Forquera, a quien llama cariñosamente “Beby”.
Margarita es,
como Nora —y como era Guillermo—, enfermera. Trabaja en el Centro de Salud El
Cerrito, tiene algo que decir a toda la comunidad de San Rafael, y pidió a Una Voz de Cañada Seca la publicación de
este mensaje:
“Yo creo que
esta realidad, supera la concepción que tenemos del destino que tiene cada ser
humano; y es por eso que invitamos a todos los sanrafaelinos a concientizarnos,
en que debemos contribuir todos para
luchar en la prevención de accidentes.
“Nuestro
pequeño accionar es sólo un comienzo; continuemos;
cuidémonos. Dios los bendiga”.
Hijos y nietos de Guillermo Vergara, después de la ceremonia. Tras las lágrimas, queda una vida por vivir, y una sonrisa que brindar. (Foto: H. Silva). |
Jamás, en la
larga historia de accidentes mortales ocurridos en Tres Esquinas, a nadie se le
había ocurrido la idea de conmemorar a una víctima. No obstante, como se decía
en el número anterior de este periódico, la absurda muerte de Guillermo Vergara
marcó un antes y un después en la historia de Cañada Seca; y el pasado domingo, se pintó la primera estrella; acaso,
para marcar el fin de una historia de trágicos accidentes viales, recordando el
sitio en que falleció la que debiera ser última víctima.
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