martes, 2 de diciembre de 2014

005. El domingo se realizo la ceremonia de pintar una estrella amarilla en Tres Esquinas

Una primera estrella, una última víctima


Dana Vergara (izq.) y otras hijas y nietas de Guillermo, pintando la simbólica estrella (Foto: H. Silva).

L
a mañana del 30 de noviembre se presentaba destemplada y fría, cuando este cronista llegó a la cita, poco antes de que dieran las diez. Al rato un vehículo aminoraba la marcha, y frenaba: eran Nora Forquera y Dana Vergara, acompañadas de varios familiares, que se fueron incrementando con la llegada de los colectivos que provenían de General Alvear.
Poco después arribaban varios de los Vecinos de la Comunidad por Cañada Seca, el concejal Alfredo Morán, y la funcionaria municipal Jaquelina Rebolledo.
La familia que dejó Guillermo Vergara es muy numerosa: nueve hijos y catorce nietos, algunos de corta edad, que formaban un conjunto muy agradable a la vista. Gente de hablar pausado y suave, daban la grata impresión de ser dueños de un bien poco común en estos días: el don de gentes.
En contraste con ello, la actitud de Rebolledo dejó mucho que desear. En un tono que podría calificarse de arrogante e insolente, maltrató primero al vecino Oscar Galdamez —quien evitó responder por respeto a los Vergara— y luego les “leyó la cartilla” a los familiares, pronunciando un breve discurso en el que responsabilizaba a los conductores por los accidentes.
Una actitud a todas luces fuera de lugar, habida cuenta del terrible estado de la carpeta asfáltica, de la demora de 42 años en empezar a construir la Rotonda, y de que el solemne y triste momento que vivía la familia Vergara no era el indicado para tales aseveraciones.
Una vez superado el mal momento, la ceremonia comenzó. Uno a uno, los presentes fueron turnándose en el uso del pincel, pintando entre todos la estrella; luego, se agregó el nombre de la víctima, su fecha de nacimiento, y la de su deceso.
A continuación Dana Vergara leyó, mientras rodaban las lágrimas por su rostro adolescente, las siguientes palabras, en nombre propio y de sus hermanos:
“Estimados vecinos del Departamento: con profundo respeto y admiración, Verónica, Noelia, Matías, Jonathan, Brenda, Martín, Danila, Dana e Israel, agradecemos inmensamente el acto de hoy, para rendirle homenaje a José Guillermo Vergara, nuestro padre.
“Guillermo... su nombre significa protector incondicional... estamos convencidos de que éste es su lugar, protegiendo a las personas que transitan por acá, y movilizándonos a todos, para que no vuelva a ocurrir jamás un accidente en Tres Esquinas, y encendiendo una llama de la protección para cuidarnos entre todos.
“Cuentan con todo nuestro apoyo para seguir con esta lucha, para que se tomen las medidas necesarias a razón de evitar futuros accidentes en este lugar.
“No hay palabras suficientes para expresar nuestro profundo agradecimiento, Dios los bendiga”.
A continuación una nieta de Vergara, Julieta Suárez, leyó este este poema de Israel Macario Moisés Tobal, hijo del motociclista fallecido:

PADRE

Azul partícula de luz,
fundamental de tejido cósmico
haciendo honor a tu celsitud,
hoy tu nombre protector invoco.

Diminuto ante el Astro Rey,
pero gigante ante tus 9,
intenso ante tu propia ley
fuiste viento que nos mueve.

Hoy sos parte de todo,
potenciando el caudal vital;
con tus cualidades y tus modos,
hoy sos ser de luz excepcional.

Ya sos parte de la tierra,
nuestra madre excepcional.
Río, montañas, agua y sierra
Luz de sol y energía elemental.

Terminada la emotiva ceremonia con una suelta de globos amarillos y negros, una mujer se acercó al redactor de este periódico; era Margarita Varas, cuñada de Nora Forquera, a quien llama cariñosamente “Beby”.
Margarita es, como Nora —y como era Guillermo—, enfermera. Trabaja en el Centro de Salud El Cerrito, tiene algo que decir a toda la comunidad de San Rafael, y pidió a Una Voz de Cañada Seca la publicación de este mensaje:

“Yo creo que esta realidad, supera la concepción que tenemos del destino que tiene cada ser humano; y es por eso que invitamos a todos los sanrafaelinos a concientizarnos, en que debemos contribuir todos para luchar en la prevención de accidentes.
“Nuestro pequeño accionar es sólo un comienzo; continuemos; cuidémonos. Dios los bendiga”.
Hijos y nietos de Guillermo Vergara, después de la ceremonia. Tras las lágrimas, queda una vida por vivir, y una sonrisa que brindar. (Foto: H. Silva).

Jamás, en la larga historia de accidentes mortales ocurridos en Tres Esquinas, a nadie se le había ocurrido la idea de conmemorar a una víctima. No obstante, como se decía en el número anterior de este periódico, la absurda muerte de Guillermo Vergara marcó un antes y un después en la historia de Cañada Seca; y el pasado  domingo, se pintó la primera estrella; acaso, para marcar el fin de una historia de trágicos accidentes viales, recordando el sitio en que falleció la que debiera ser última víctima.


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