Salto de las
Rosas, 14 de marzo.—
A
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l final, tuvo
que ser así. Podría decirse que por fatalidad del Destino; pero no. La Gran Asamblea
Vecinal no tuvo opciones: o se resignaba a soportar la risa burlona de las
autoridades, o asumía la dignidad del león.
Tampoco fue por designio del Destino, que murieron Guillermo Vergara
y Nicolás Quesada. No, claro que no. Murieron por la desidia oficial,
arrastrada de gestión en gestión durante al menos medio siglo.
Y la Asamblea votó el corte; obligada por las falsas promesas de
toda clase de funcionarios, cuyas palabras tienen el mismo valor, que el polvo arrojado
al viento.
La reunión comenzó a las 20.30, y fue transmitida en directo por la
emisora local FM Sueños Los Claveles, 94.3 hhz. Comenzó con la lectura de un
informe de situación efectuado por una vecina, al término del cual se abrió el
debate para todos los presentes.
Oscar Galdamez habló primero, para reseñar sus conversaciones con el
jefe de obra de Camiletti S.A., y sus gestiones realizadas en Buenos Aires, en
la sede de la Dirección de Vialidad Nacional; para concluir en un pensamiento,
que resumía el de todos los vecinos: “Queremos
que se hagan cargo de la obra de una vez por todas, y ver trabajando a una
cantidad importante de obreros; basta de amagar con venir a hacer unas
mediciones, para después irse; con venir a poner un cartel, para no verlos más”.
Luego el vecino Francisco Ramos, que vive en el cruce de Tres
Esquinas, manifestó que “hay que hacr
cosas desde el cimiento. Yo miro desde mi ventana, e hice el cálculo: pasan
arriba de 1.500 vehículos al día. Si no hay señalización, ni desvío acorde, vamos
a tener más muertos que antes. Si las autoridades quieren ir en serio, que se
reúnan con los vecinos; y los jefes, que aparezcan. Que no se queden sentados
en la oficina con la PC; que se empiecen a ver, y se empiecen a tomar
decisiones”. Esta última frase, fue saludada por la Asamblea con una salva
de aplausos.
A continuación, el señor Giménez expresó su malestar por el
deficiente arreglo de los baches en la calle Tomás Abete, entre la entrada a La
Española y la intersección con Luis Rojo: “ahí
han «mierdeado», hablando mal y pronto”; a lo que otro vecino acotó: “si alguien lo escupe, se despega el pedazo
del suelo. Lo único que les interesa es hacer obras para el turismo, no para
nosotros, que pagamos los impuestos y no vivimos del turismo”.
En ese punto el mismo vecino, de nombre Miguel, puso los puntos
sobre las íes: “las autoridades se han
acostumbrado a mentir, y no van a cambiar. Hay que tomar una decisión: se les
corta la ruta, y listo”.
La temperatura de la Asamblea iba subiendo. Rubén Pérez —a quien el
ingeniero Piastrellini debe aún los cuatro lechones de la apuesta perdida—, dijo:
“estoy de acuerdo con el hombre. Porque
nosotros hemos buscado todas las vías de comunicación, siempre con respeto;
pero no nos han dado importancia, y no hubo respuesta. El cruce de Tres
Esquinas tiene la mayor escala de peligrosidad, la 5; la vida de la gente no
tiene importancia para ellos. Además esto no es contra nadie, es a favor de
todos, y no sé por qué están ofendidos; por todo esto estoy de acuerdo con el
hombre ahí; cortémosle, y si nos tienen que llevar, que nos lleven”.
Mauricio Romo, director de FM Sueños Los Claveles, acotó: “Esto es indignante, es una tomadura de pelo
a toda la gente”.
Silvia Araya, madre del joven Nicolás Quesada —muerto el pasado 25
de enero en Línea Ancha— se quejó de la poca ayuda recibida: “el día que pintamos la estrella amarilla,
tuve que llamar yo a la policía del centro, porque no había quien nos cuidara
de los autos”.
A continuación intervino el padre Mario Camozzi, cura párroco de
Salto de las Rosas, quien dijo que “la
respuesta de las autoridades ha sido más bien para tranquilizar o acallar a los
vecinos en sus reclamos, y no tanto para la ejecución de la obra. La primera
vez que nos prometieron algo, todos nosotros confiábamos; luego del
incumplimiento de esa primera promesa llegaron otras, y volvimos a creer; y eso
sucedió varias veces. Mucha de la gente que está al frente de los Vecinos por la Comunidad de Cañada Seca
ha buscado de todas las maneras, ha consumido crédito llamando a un montón de
gente, y gastado horas de su tiempo. Llega un momento que la credulidad tiene
un limite. Así que yo creo, que de aquí tiene que salir una acción; porque creo
que tenemos derecho, como ciudadanos, a reclamar a las autoridades
pacíficamente, como se lo ha hecho hasta ahora. No hay que perder de vista el
objetivo, que es lograr esta obra, para la seguridad de nuestra comunidad”.
Asimismo, el doctor Juan Carlos Giordano y una delegación de los
Bomberos Voluntarios de Salto de las Rosas, enriquecieron el debate comentando
sus experiencias en cortes de ruta anteriores.
Llegado a este punto, un vecino mocionó que se votara el corte de
ruta como medida de acción a tomar; se propuso que levantaran la mano quienes
estuvieran a favor, y una abrumadora mayoría de brazos se alzaron por la
afirmativa. El llamado a votar en contra de la moción, por el contrario, no
obtuvo ni un solo voto; y una salva de entusiastas aplausos rubricó la decisión
de la Gran Asamblea Vecinal.
Por último, se trataron detalles de la manera en que se efectuará el
corte: se convino en que será de manera esporádica, dejando avanzar una tanda
de vehículos cada diez o quince minutos; que se dejará libre paso a ambulancias
y vehículos en emergencia, y que la protesta se efectuará en reclamo de la obra
de Tres Esquinas, y de justicia para la familia de Nicolás Quesada.
Una comisión formada por siete vecinos se encargará de los detalles
organizativos para garantizar la medida, así como de fijar la fecha para la ejecución
de la misma.
Finalmente, ya cerca de las 22.30, la Asamblea se disolvió, en un
marco de pleno entusiasmo por la inminencia de la lucha.
En ediciones anteriores de este periódico, se decía:
Si al pueblo de Cañada Seca no se le
demuestra, en un muy corto plazo, que se le toma en serio y se le respeta como
se debe respetar a una comunidad laboriosa, el corte de ruta será inevitable”.
Y también se escribió:
“Está en las autoridades la sabiduría de
percibir cuándo se llegó a ese impreciso límite, que separa la paciencia de un
pueblo, con la indignación abierta”.
Lamentablemente, las autoridades han demostrado tener una sabiduría
apenas comparable con la del chimpancé. Apostaron a a burlarse de un pueblo que
consideraron dócil, y perdieron: porque debajo de su aparente mansedumbre,
Cañada Seca mantiene la altiva dignidad del indómito león.♦
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