Insólita experiencia de reciclaje en Salto de las
Rosas: tres jóvenes cañadinos construyeron su propia balsa, con sólo botellas de
plástico, cañas, alambre e hilo.
Embarcando en aguas de El Nihuil |
L
|
a emblemática
canción “La Balsa”, pionera del rock nacional, comienza diciendo “Estoy muy solo y triste, acá en este mundo
abandonado”. Pero Nicolás Galdamez (21 años), y sus hermanos Santiago y
Bruno, de 16 y 13, no están solos, ni tristes, ni abandonados.
Estos jóvenes estudiantes juegan al fútbol, salen a bailar y se conectan
a internet como cualquier otro muchacho de su generación; pero si algo los
diferencia de los demás, fue la concepción, construcción y exitosa prueba en
aguas del Nihuil de su balsa, a la que bautizaron “Pet”.
Cómo construir una balsa
con 34 pesos y mil horas de trabajo
La balsa "Pet", lista para salir a la gran aventura. |
“La idea me vino hace dos o
tres años, de hacerme algo que sirviera para flotar. Y en diciembre pasado, un
tío mío me llevó a navegar en su bote inflable por el Tigre, en Buenos Aires;
un gomón, carísimo. La idea del flotador volvió a mi mente, y pensé: ¿para qué
gastar una fortuna, si me puedo hacer algo así yo mismo?, cuenta Nicolás a Una
Voz de Cañada Seca.
Un mes después dio con el material que lo llevaría a cruzar,
victorioso, las aguas del Nihuil: un montón de botellas de plástico, que su
madre había pedido se encargara de tirar a a basura. “Eran como 20 o 30 envases, y pensé: ¿y si hago algo con esto?”
A continuación se puso a buscar por internet modelos de canoas, pero
todos requerían la compra de materiales, caños de PVC, pegamentos; y Nicolás
quería hacer su embarcación solamente con
elementos reciclados, sin gasto de dinero. Llamó a su hermano Bruno, y juntos
se fueron a juntar cañas al fondo de su casa, con las cuales armar la
estructura del navío.
Comenzaron a diseñarlo en el suelo, pensando en una dotación de dos
tripulantes. Allí surgieron las primeras preguntas: ¿cúantas botellas serán
necesarias? ¿qué largo y ancho debe tener? ¿cómo amarrar la estructura?
A mediados de enero, ya Santiago se había sumado al proyecto,
aportando ideas. Por lo pronto, los tres hermanos salieron a buscar más
botellas y cañas por todo Salto de las Rosas; consiguieron muchas de las
primeras, gracias a los desaprensivos vecinos que las arrojan sin pudor a los
canales que surcan el pueblo; y las segundas, en un cañaveral situado en la
calle Tomás Abete, a unos 500 metros de su casa.
Finalmente, se procedió al armado de la nave: la estructura de cañas
fue sujetada con alambres obtenidos en el taller familiar; y las 350 botellas
que forman el casco, fueron contenidas por una red confeccionada con hilo plástico,
único material que adquirieron con dinero: “Al
final, la balsa nos costó 34 pesos, que es lo que nos salió el rollo de hilo; pero
además, nos demandó muchas horas de trabajo” concluye Nicolás.
Para la propulsión y gobierno del navío, los muchachos comenzaron a
construir un remo, tallando una gruesa rama de árbol; pero como su diseño no
dio el resultado esperado, y la ansiedad por salir a probar la embarcación se
hacía cada vez más perentoria, optaron por utilizar dos remos prestados. “después habrá tiempo de hacer unos buenos remos”,
se dijeron entusiasmados.
La “Pet”, estaba ya en
condiciones de hacer su primera prueba.
Los ensayos previos
El lugar elegido fue el canal que pasa enfrente de su propia casa, y
que corre a lo largo de la Ruta 143, entre El Tropezón y Tres Esquinas; y el
encargado de probarla, fue Santiago. El experimento fue breve. La canoa resultó
de una excelente flotabilidad, pero se mostró muy inestable; al punto de dar
una vuelta de campana, que obligó a su tripulante a darse un remojón inesperado,
ante la hilaridad de sus hermanos.
No obstante, la experiencia resultó positiva: la embarcación flotaba
perfectamente, y sólo era necesario adicionar dos estabilizadores, uno a babor
(izquierda), y otro a estribor (derecha); con lo cual, la “Pet” adquiriría su forma final de balsa.
Una vez acondicionados los estabilizadores sobrevino la segunda
prueba, que debía hacerse en un canal más importante que el anterior, por el
crecimiento del ancho (manga, en términos náuticos) de la embarcación. Para
ello, se eligió el paraje conocido como “Tomas de Chicho Astorga”.
Esta segunda experiencia, desarrollada en un corto tramo del canal —el
cual, debido al bajo nivel del agua, no permitía una navegación más extensa— resultó
completamente exitosa: la nave flotaba y se mantenía estable, con su dotación
completa de dos tripulantes. Era tiempo, pues, de hacer la prueba definitiva,
la que implicaba un verdadero riesgo para los jóvenes argonautas: salir a navegar en aguas abiertas, en busca de su
propio vellocino de oro[1].
Enfrentando la furia de
los vientos en El Nihuil
Bandera de proa de la “Pet”, flameando al viento en la playa. |
Como toda embarcación debe tener su propia bandera de proa, se
procedió a su creación. La encargada de confeccionarla fue Carla Sepúlveda, de
22 años, egresada del IPA (Profesorado de Arte) y novia de Nicolás; quien elaboró
un diseño inspirado en el mandala hindú,
clásica representación simbólica del cosmos, en la filosofía oriental.
Carla contó a Una Voz de Cañada Seca que eligió
ese diseño, “porque los mandalas me gustan,
y representan lo que uno tiene dentro; y me salió esa bandera, extraña y
alegre, de alguna manera”. El banderín de popa, consistió en el clásico
emblema de reciclaje, color verde sobre fondo blanco, enmarcando el nombre “Pet”.
En un principio, se pensó en botar la nave en Valle Grande; pero la
dificultad que implica la empinada pendiente de acceso a la playa, portando la
balsa sobre sus cabezas, motivó que finalmente se eligiera el embalse El
Nihuil.
El día de la prueba final llegó el 26 de enero de 2015. Temprano por
la mañana se efectuó el traslado de argonautas y embarcación, acompañados de un
entusiasta y alegre grupo de apoyo, comandado por Oscar Galdamez —padre de los
muchachos y conspicuo miembro de esta Redacción—, junto a su esposa Gisela.
El clima en El Nihuil se presentó soleado, pero muy ventoso, difícil
para la navegación; aunque este inconveniente fue compensado —para tranquilidad
de los padres— por la poca profundidad del agua, originada en la ya crónica
emergencia hídrica.
Después de los preparativos de rigor, las banderas desplegadas al
viento, la “Pet” fue trasladada a
pulso hasta la orilla del lago, y depositada sobre el agua. Nicolás ocupó el
puesto de stroke —posición de popa, destinada
al capitán de la nave— y Santiago, el de bow
(puesto de proa).
El momento crucial de la botadura |
La nave zarpó sin inconvenientes, cruzando hacia la isla ubicada en
medio del embalse; pero a mitad de camino, la intensidad de los vientos produjo
una deriva en dirección sur-este, paralelo a la isla; situación que exigió al máximo
los esfuerzos de la tripulación para corregir el rumbo, arribando felizmente a
destino.
Los intrépidos argonautas en busca de su vellocino de oro, enfilando hacia la isla. |
La prueba había resultado completamente exitosa; tras el regreso al
puerto de partida, todos los presentes quisieron tomar —y tomaron— su turno a
bordo de la “Pet”, lo cual reveló dos
cualidades no previstas en el diseño de la nave: su capacidad de carga —la
orgullosa balsa llegó a hendir las aguas del lago, transportando hasta un máximo
de cuatro pasajeros— y el nivel de flotabilidad, dado que pudo desplazarse con carga
máxima, en aguas que no excedían los 40 centímetros de profundidad.
La resistente embarcación demostró poder llevar hasta cuatro tripulantes, como estas tres sirenas guiadas por el capitán. |
Futuras aventuras de los jóvenes
argonautas
De esta experiencia, los argonautas evaluaron virtudes y defectos de
su creación. Entre los segundos, concluyeron en la necesidad de mejorar el
sistema de propulsión y gobierno de la nave, para hacerla más versátil y
marinera, a efectos de dominar vientos y corrientes adversas.
La “Pet” descansa ahora en
el fondo de la casa de los Galdamez, esperando nuevamente la primavera, para volver
a salir en busca de aventuras.
La próxima experiencia, según planean los intrépidos argonautas,
consistirá en recorrer en balsa los aproximadamente 8 kilómetros de extensión
del Canal Babacci, “en tanto la exploración
previa que vamos a hacer, demuestre que no presenta obstáculos insalvables en
su trayecto”, afirmaron con toda seriedad Nicolás, Santiago y Bruno, al
enviado de este periódico.
Pero quizás haya para ellos, a futuro, un proyecto aún más ambicioso.
Fuentes reservadas confiaron a Una Voz de Cañada Seca, que una
importante empresa del rubro plástico de San Rafael, se ha mostrado interesada en
la experiencia de los jóvenes argonautas; y habrían existido conversaciones, orientadas
a que éstos elaboren un proyecto de construcción de una isla flotante en Los
Reyunos, con materiales aportados por la firma, a efectos de ser explotada con
fines turísticos.
En tanto, desde el fondo de la Historia, suenan en un viejo Wincofón
los compases en vinilo de “La Balsa”; canción compuesta por Litto Nebbia y José
Alberto Iglesias (Tanguito), en 1967:
Y cuando mi balsa esté
lista, partiré hacia la locura.
Con mi balsa, yo me iré
a naufragar.♦
DATOS TÉCNICOS DE LA BALSA
“PET”:
Eslora (largo): 3,50 metros.
Manga (ancho): 1,50 metros.
Puntal (altura desde el borde hasta el fondo): 30 centímetros.
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Una Voz de
Cañada Seca
es auspiciada por los siguientes comerciantes del
Distrito:
Autoservicio
“La Ruta”, de Alberto Gimenez.
Bar “El Viejo”, de Pedro Pablo.
Bar “El Viejo”, de Pedro Pablo.
“Centro de Parrilladas”, de José Quisper.
Consultorio Clínico del doctor Juan Carlos Giordano.
Consultorio Clínico del doctor Juan Carlos Giordano.
Despensa
“Las Banderitas” - El Tropezón.
Despensa “El Gringo”, de Néstor Blasco.
Despensa “El Gringo”, de Néstor Blasco.
Farmacia
“San Cayetano”, de Heber González.
Farmacia
“San Pablo”, de Sandra Ramos.
Fiesta
Nacional del Caballo / Club General San Martín.
Lubricantes
“M y M”, de Adriana y Gustavo
Marchessi.
Mercadito
“Brandon” - El Tropezón.
Panaderia
“El Buen Sabor”, de Paola Peñaloza.
Polirubro “Marianela”.
Pollería “Pechugas”, de Ramiro Pereyra.
Polirubro “Marianela”.
Pollería “Pechugas”, de Ramiro Pereyra.
Seguros
Jorge A. Villalón.
Supermercado “Dani”, de Danilo Lombard.
Supermecado “Las Rosas”, de Alberto Pérez .
Taller Mecánico “Santarossa”, de Roberto Santarossa.
Tienda “Nahir Sport”, de Rubén y Gaby Compagnone.
Supermercado “Dani”, de Danilo Lombard.
Supermecado “Las Rosas”, de Alberto Pérez .
Taller Mecánico “Santarossa”, de Roberto Santarossa.
Tienda “Nahir Sport”, de Rubén y Gaby Compagnone.
“Todo
Moto”, de Marcelo Montoya.
Vinería
“Ramos”, de José Ramos.
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[1] En la mitología griega, Jasón emprendió un viaje en la nave Argo,
con el objeto de traer el vellocino de oro —la piel de un carnero fabuloso—, mediante
la cual obtendría un reino; los marinos de su tripulación, recibieron el nombre
de “argonautas”.
Muy buena nota y excelente iniciativa por parte de Nicolas y sus hermanos, lo que es una lastima segun me entere es que para usarla en el embalse El Nihuil tengan que tener un permiso especial siendo una balsa 100% ecologica realmente insolito.
ResponderEliminarTiene usted razón, Eduardo; es insólito, e indignante. Agradecemos su comentario.
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